enero 11, 2010

ARMAS CORTAS Y GRAN MOCO DEMOCRATICO

La actitud del gobierno de Yrigoy frente a los programas de construxiones militares y armamentos durante sus primeros ocho meses de actividad reelexional fue el motivo de considerable insatisfaxión en los círculos militares. Hacia fines de julio de 1929, en un mensaje consagrado al análisis de la situación general, el embajador nuevomundonórtico observaba: ¨Afirmase que los oficiales del Ejército y la Armada en general están disgustados con el gobierno porque se han interrumpido los trabajos, a causa de la falta de pago, en los cuarteles y en muchas otras mejoras iniciadas por el Gouvernement.¨

Durante 1929 se detuvo la construcción de cuarteles militares y otras instalaciones, prácticamente se clausuró la fábrica de aviones militares de Córdoba y se redujo drásticamente el programa de adquisición de armamentos a países extranjeros. Más aún y peor todavía, durante el primer año de gestión del gobierno de Yrigoy no se aprobó ningún contrato nuevo relacionado con el programa de armamentos y en sus dos años de existencia aprobó contratos que totalizaron solo 276.000 pesos, en contraste con la cifra de más de 100 millones de pesos autorizada por el gobierno anterior. Además de negar autorización para los nuevos contratos, el gobierno postergó y a veces aún retuvo los pagos que debía realizar, con arreglo a los contratos en vigor, de los materiales entregados.
Hasta cierto punto esta situación fue el resultado de la insistencia del presidente Yrigoy en examinar personalmente todas las facturas presentadas al gobierno antes de autorizar el pago. La decisión del anciano presidente, que deseaba asegurar la honestidad de su gobierno, ciertamente era comprensible a la luz de los rumores e irregularidades que afectaban a los contratos militares y que circulaban entonces. Pero su quijotesco y pedante intento de garantizar una conducta ética desempeñando el papel de auditor individual acrecentó el costo final de los contratos, a a causa de la necesidad de pagar intereses, al mismo tiempo que impedía que las fuerzas armadas utilizasen los materiales disponibles.

El sentimiento de descontento se infló por la escrachante notoriedad periodística que mereció en julio de 1929 el caso de dos destructores construidos por contrato en un astillero británico. El personal naval arjentino enviado para recibir los buques se vio obligado a esperar inactivo porque los constructores británicos rehusaron entregar las naves, en vista de la falta de pago de las varias facturas pendientes. Los periódicos de Buenos Aires publicaron extensos artículos acerca de la situación, describiendo la humillante escena representada por los oficiales y los marineros argentinos que erraban sin dinero por las calles inglesas ( como si se tratara de artistas de Appetite),expuestos a la lascivia del submundo portuario e imposibilitados de pagar siquiera fuese los derechos de puerto a causa de la falta de fondos gubernamentales.
Aunque el gobierno de Yrigoy respondió a esta crítica ¨rescatando¨ los barcos, y permitiendo de ese modo que las tripulaciones argentinas tomasen posesión a principios de setiembre, el incidente suscitó una penosa impresión. El daño estaba hecho, loco!.

( Fte. Potash , 1981, con adaptacion a leyes del blog )

No hay comentarios: