En Churraskilandia desenchufarse, abrirse, desconectarse, separarse, abandonar en suma la pelotudez engominada propia del zángano portuario no es tan sencillo, no lo era ya en épocas que pasan por mucho más "cultas "o " esperanzadas" que la actual, como se desprende del siguiente fragmento de un olvidado pensieroso discípulo de Martínez Estrada ;
"El arjentino, ser que guarda enormes contrariedades en su estrato psicológico mas hondo, con la vigencia de ese desajuste, vierte su permanencia en la tierra que lo rodea, en tentativas de sostenimento y duración que lo conducen a una superficie donde vislumbra cierta seguridad circunstancial. La forma , el dominio de las formas , de concretas y muy especiales formas , surge bajo el aspecto de una estabilidad aparente , canalizada en niveles de incomodidad y prevención que tutelan y distorsionan nuestra vida de relación . Y ello sucede porque debido a su espíritu de autocrítica muy agudo, el arjentino tiene conciencia que cuanto interfiere su medio, su mundo , se halla regido por estamentos incongruentes , en un apuntalamiento artificioso que le es privativo sólo a el, en tanto ser responsable. Admite entonces, en consecuencia , que el orbe dentro del cual transita está visualizado por algo ortodoxo que es preciso mantener, cuidar y prevalecer, so pena de vivir un destierro abrumador. Esta formalidad es el rostro provisional de los arjentinos. "
F.J. Solero, País Y Literatura, p. 123-124 de Qué es América? ( 1972 )
( Cita textual )
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